¿Pueden los podencos convivir con gatos...?
Como con todas las cosas, nunca se puede garantizar que las personas se lleven bien entre sí, y lo mismo ocurre con los perros y los gatos cuando se trata de convivir.
Dicho esto, hemos realojado a muchos Podencos con gatos con gran éxito (de nada, es parte del servicio). Así que aquí está un pequeño saludo a Lottie y su mejor amigo Sorrell...
Cuando Lottie fue realojada con Clare y Lee nos pidieron específicamente que hiciéramos una prueba con gatos y nos aseguráramos de que tuvieran la mejor oportunidad posible para que funcionara. Ambos habían vivido con gatos toda su vida, pero este era su primer perro, es decir, su primer pod...
Pasamos tiempo charlando por teléfono para entender la configuración de su hogar, dos gatos que habían vivido en la casa durante más de 5 años y nunca habían vivido con un perro.
El plan consistía en mantener a los animales separados durante una semana, intercambiando mantas y juguetes para que se acostumbraran a los olores de los demás en la casa.
Luego, algunas pequeñas introducciones siempre supervisadas. Sólo unos minutos por la mañana y por la noche para ver cómo iban, aumentando con el tiempo. Cuando empezaron a compartir la comida, siempre les aconsejamos que dieran primero de comer a los gatos, que fueran ellos los que mandaran.
Sorrell aceptó a Lottie al instante, sin mostrar miedo pero con mucha curiosidad. Lottie fue un poco más lenta y no entendía por qué esta pequeña bola de pelo insistía en limpiarle las orejas.
En las pocas ocasiones en que Lottie refunfuñó, se fue directamente del sofá al suelo. Un bozal de lona muy suave proporcionó a Lee y Clare la comodidad que necesitaban mientras adquirían confianza. Sorrell nunca se molestó.
A lo largo de unas 2 semanas, la limpieza de orejas pasó a sentarse uno al lado del otro en el sofá y, finalmente, a abrazarse TODO EL TIEMPO.
Bruce, su otro gato, empezó poco a poco a aparecer más y a contentarse con mirar desde el otro sofá (de todas formas, Sorrell y él nunca habían estado muy unidos...), y así es como se ha quedado, aunque ni siquiera él puede negarse a sentarse en el alféizar de la ventana al sol con ella, ¡algo que sin duda ha heredado de ellos!